jueves, noviembre 13, 2008

Here I am and not for you


Que hipócrita a veces ¿no? Me preparo a prender el fuego y me acuerdo de lo encomendado. Me integro para abrazar, y la memoria hoy ganó este juego de azar. Me hace acordarte, me hace no lograr olvidar. Tanto lo bueno como lo malo; lo vivido como lo no; deseado como ignorado. Le relato a mi almohada acompañando con un pucho entre los dedos y mirando al techo blanco recién pintado. Me siento en la cama y leo esa carta unas 130 veces, esa carta que nunca me animé entregar. Que sólo Dios y yo sabemos que dice, porque hoy me llena de poco y ese poco es verguenza. Incomparable y único, siempre característica mayor. Un nutriente me da hoy en día la fuerza para seguir y son mis camaradas que nunca me dejan sola. Aquellos fieles con pocos rencores entre las manos y sus dedos suaves para acariciar cuando estoy triste.
Me amoldo a la vida y la vida a mi; aunque de vez en cuando discutimos por quien paga hoy el alquiler. Esto es un jugo de manzana muy amargo y no quiero tomarlo más, pero sin quejas y tapandome la nariz afronto esa consecuencia.
Esa consecuencia, maldita consecuencia. ¿Para qué existirá?, ¿Acaso es justo vivir dependiendo de que te puede pasar después de lo hecho? Y si, todo es relativo mi querido. Todo es relativo como el descenlace de un principio. Pero acá no me quejo de los finales, porque siempre estan presentes. Y Tampoco me quejo de nada porque la vida es una sola. Quiero que quede bien en claro que me acostumbré y estoy contenta como a veces triste.

Se que queda mucho.