
El
momento era atípico y las ganas de llorar
efimeras. ¿ Qué ganaba con solo preguntar qué le pasaba ? Me
indigna, contesté y me fui corriendo al ritmo de un zumbido molesto que taladraba el cerebelo de aquella niña sentada en la vereda de la calle. Fuimos a rescatar aquel ángel
caído que nunca
quizo confesar lo que de verdad le ocurría. Era todo tan obvio que hasta la más ingenua lo dedujo, PERO todos los sabían menos él que se sienta en su sillón de un millón de dólares y
balbucea su felicidad sabiendo que ocurre algo más. ¿ De dónde saca esas fuerzas para creer que todo está bien ? Me indigna, repito y me voy caminando al ritmo del viento bordeando un clavel
marchándose.
Balbucea que parece que así si
sabes vivir. ¿ Será que su cerebro no filtra las cosas? Me
indigna, repito y me quedo para decirle en la cara que su mundo es sólo
hipocrecia.
1 comentario:
me gusta mucho tu blog locaa!! lo sabes...decme como hiciste para poner esa foto arriba del blog! te quiero caruu
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